Las mujeres hemos hecho una labor tremenda de para restaurar al Sagrado Femenino en el planeta.
Hemos recuperado la sabiduría de nuestra ciclididad, nos hemos honrado como canal divino, nos hemos vuelto a juntar en círculos celebrando a la Diosa en nuestros cuerpos.
¿Qué ha pasado con nuestros hombres?
Digo “nuestros” porque siento que hemos olvidado que ellos también son un reflejo de nuestro estado interior colectivo.
La calidad y cualidad de los hombres en el planeta refleja nuestra relación con la energía masculina. ¿Está sana? ¿inmadura o madura?
¿Han recordado los hombres su misión en la Tierra? ¿Son conscientes del sagrado papel que cumplen en este tiempo?
La Yoni (tótem del sagrado femenino de la vulv4) del colectivo nos ha abierto un portal de vuelta a la reconexión con el Universo.
Pero el Lingam (tótem del sagrado masculino del p3ne) colectivo aún no se ha anclado. Nos toca enraizar el pilar de luz en la humanidad.
Recordar esa dimensión pura, vacía, no manifiesta en todos nosotros, esa consciencia pura que trae el potencial diseñador de la creación.
Un Lingam es la penetración de la Consciencia en la Tierra. Trae las semillas de la Vida, llena de potenciales creativos para florecer.
Un Lingam nos recuerda que solo desde la blandura y suavidad es posible erigir la pasión determinada y firme del Corazón para derramar el néctar de lo que quiere crecer.
Un Lingam nos recuerda que la dureza no puede ser permanente, que lo natural es volver a la blandura del ser.
Nos enseña que la fuerza no nace de lo rígido, sino de la sangre encendida que bombea desde el corazón.
Un Lingam es tan sagrado como una Yoni.
Son inseparables.
Más allá del sexo u orientación de género, somos interdependencia.
El Amor nos recuerda que venimos destinados a unirnos una y otra vez en un encaje divino.