Cada relación, especialmente las que involucran abrir tu corazón, pulir tu ego y curar tus heridas, son un llamado para activar tu Dharma y un portal para retornar al hogar de tu Alma.
Cada desafío que experimentas en un vínculo, es un llamado de atención álmica, es un recordatorio de tu propósito, es un espejo para resituarte en tu centro divino interno.
Muchas personas solo se descargan en un otro o depositan toda responsabilidad por su bienestar y satisfacción, pero esto solo aumenta la brecha con el potencial evolutivo álmico que esa relación te está otorgando.
A menudo les pregunto a las parejas con las que trabajo, ¿quieren usar su relación como un basurero o como un refugio? Tienen que elegirlo consciente y conjuntamente para no ser arrastrados por las heridas del ego y mantenerse comprometidos al Amor dentro de cada uno.
En el primero, el escenario es simple; tirar la basura, las cargas, sobre la relación y esperar que pase el camión imaginario de la basura. Pero este nunca llega.
En el segundo escenario, la relación es un refugio y el basurero está afuera, ambos tirando la mierda para ventilar el espacio íntimo y acurrucándose más fuerte a través de los desafíos.
Creando más transparencia, más pureza, más vulnerabilidad y más intimidad.
Aquí el reciclaje cósmico es permanente y todo desafío se vuelve material para hacer alquimia en la pareja y elevarse juntos a un destino excitante, electromagnético y divinamente delicioso.
Es desnudarse una capa más en cada tormenta y hacer del refugio un espacio cada vez más acogedor. Este es el templo del corazón.