Hay mucho egotismo en el mundo espiritual. Y el ego espiritual es uno de los peores, de las formas más intratables de ego.
Este egotismo te separa siempre el dinero de tu bolsillo, como si el dólar fuera la divisa de los cielos. Otro es la adulación indirecta. Muy pocas personas espirituales te hablan directa y abiertamente. Ya no soy muy joven, y he visto a muy, muy pocas. La mayoría habla así: “Hummmm. Sí, veo que eres una bella y fantástica persona. Siento una gran luz a tu alrededor. Debes ser sanador y haber tenido grandes vidas pasadas”. Inflan tu ego espiritual y hacen aún más difícil ver a través de la ventana de tu mente.
Eso no te ayuda cuando haces el trabajo de limpieza. Es mejor decirles a los estudiantes lo que necesitan hacer. Simplemente diles: “Eres un idiota. Lo estás haciendo fatal. Actúas sin sentido. No hagas esto con tu vida. Pero si así lo decides, ve y anda tu propio camino al infierno. Pero si quieres cambiar de dirección, esta es la forma de estar claro y de ir hacia el cielo. Muchas gracias.”
Si dejan diez dólares, muy bien. Si no, también. Hiciste tu trabajo y eso es todo. Los involucraste, los miraste claramente y sin distorsión, clasificaste el problema, computaste la respuesta y la dirección y lo compartiste. Fin del asunto. Sat Nam, Wahe Guru. Gratitud a Dios y al Gurú, eso es todo lo que hay. El trabajo está hecho.
Alguien me trajo alrededor de ochenta volúmenes de la obra de Buda. Era un furgón completo de libros. Le dije: “Gracias por el regalo. ¿Se supone que tengo que leerme todo eso?” “Sí”, —me respondió. “Puedo decirte ya qué está escrito en ellos”, —le interpelé. “Por favor, dímelo”, —me contestó. Le dije: “Buda dijo esta frase”: ‘Deja que tu buddhi te guíe al sattva’. Deja que tu sabiduría te guíe hacia la verdad”. Me dijo: “Eso es cierto”.. Buddhi significa sabiduría. Sattva es la pureza y la verdad. Eso es todo lo que dijo Buda, ni una palabra más. Mientras vivió la gente intentaba inflar sus afirmaciones, pero él era sabio. Le preguntaron: “¿Crees en Dios?” A lo que él respondió: “¿Acaso he dicho eso?” Después le cuestionaron: “Bien, ¿es que no hay Dios?” Él dijo: “Tampoco lo he negado nunca. Déjame en paz.” Su concepto era muy simple y verdadero. En realidad Mahoma dijo sólo una cosa: “Sé humilde, humilde, humilde ante Dios”. Y sin embargo se dicen tantas cosas acerca de él para servir a todos los egos espirituales.
El mundo espiritual no es un lugar en calma, tranquilo y pacífico. No es una esfera especial que tenga menos ego y menos mente.
Todo el que lleva ropa blanca y tiene la barba larga como yo es santo y divino. Eso no es verdad. Aún son personas, y tienen que negociar con la mente y con el ego. Puedes tener ego. Ese no es el problema. Viene con la vida. Viene con la vibración y polaridades de la vida. El problema es cuando te dejas llevar por el ego, lo inflas, lo desinflas, y dependes de él.
Tu espiritualidad es básica y auténtica. Su autenticidad natural hace muchas cosas que te son favorables. ¿Qué te apoya y qué te conduce a través del reto, la tentación y el dolor? No es mi dinero, ni mis amigos, ni mi poder, ni mi estatus. Es la luz de mi alma la que me conduce. Son mis declaraciones, mi profundidad y el impacto de mi corazón.
Crees que es tu entorno y las cosas que en él están. Inviertes una cantidad increíble de tiempo y energía para crear ese entorno. Pero después te conviertes en su prisionero y nunca te conducirá a ninguna parte. La seguridad que pensaste que te iba a proporcionar resulta ser un punto ciego. Se llama dualidad mental. Sin dualidad, con inocencia y genuina integridad espiritual, fluyes con el flujo de tu espíritu. Entonces la mente solo te servirá y la vida será creativa, elevada, hermosa, y auténtica. Y cuando sea auténtica, confiarán en ti. Serás directo, dirás la verdad, y nunca necesitarás fabricar nada negativo para manipular ni controlar nada. En la mayoría de los casos entrenas tu mente para escuchar “inflaciones”. Te encantan los sonidos complacientes que alaban a tu ego. Por eso Guru Amar Das, el tercer maestro del camino Sikh, dijo: “Oh, oídos míos, se os puso ahí para oír la Verdad”. Estos oídos escuchan tantas mentiras infladas que no pueden reconocer la verdad cuando alguien la dice.
Si la ventana de la mente está sucia, si la mente es superficial y no la has refinado, entonces puede que le digas la verdad a esa mente y que no la oiga ni la lleve al ámbito de la experiencia…. Solemos elaborar mentiras en nombre de la verdad.
Nos hemos acostumbrado a ello, de hecho, e incluso lo admiramos como una forma de marketing. Así es como nos dejan los juegos mentales. Caemos de nuestra propia inocencia y descendemos de nuestra propia elevación.
Somos personas muy bellas y creativas. Estamos hechos a imagen de Dios. Contamos con el poder más rápido y maravilloso —nuestra propia mente. Puede llevarnos hacia Dios. Puede llevarnos hacia nosotros mismos. Puede llevarnos a las profundidades de nuestro ser o afuera hacia el universo.
La mente es tan sensible que puede ir hasta cualquier pájaro, captar los sentimientos del pájaro, y decirnos cuáles son esos sentimientos. Cuando está limpia y abierta, la mente puede hacer cualquier cosa que queramos.
En el mundo espiritual, las palabras del Maestro son muy precisas. La tarea del Maestro Espiritual es alertarte. Un Maestro Espiritual no es tu guía ni tu “hacedor del destino”. El Maestro sabe cuál es tu destino. Sabe quién eres en conciencia, en espíritu, y en la circunstancia. Pero su principal trabajo es enseñarte la luz roja centelleante en el momento adecuado para evitar un accidente.
De ese modo un accidente potencial puede convertirse en un incidente inofensivo, y puedes seguir tu camino, por tu propia gracia y conciencia. Eso es auténticamente espiritual. Es igual que cuando tu coche se detiene en la autopista. Pones una señal afuera o algún tipo de luz roja intermitente. ¿Por qué te tomas la molestia y ese gasto? Porque no quieres que alguien choque contra la parte trasera de tu coche. Todos tenemos la capacidad de seguir adelante mental, física y espiritualmente. Esa es la Voluntad de Dios, esa es nuestra construcción y ese es el flujo. Solo nos corrompemos porque la mente ha empezado a guiarnos en vez de a servirnos.
Tu alma te da la conciencia y el lenguaje del amor. La mente te da conciencia para establecer todas las diferencias y los límites marcados. El maestro te advierte y te ayuda a mantener la mente clara, con el fin de que puedas ser guiado por la luz de la conciencia y utilices el poder de tu conciencia. Es tu hábito en palabra y concepto el dividirlo todo. ¿Qué es tuyo y qué es mío? Nunca recuerdas qué es de Dios y qué es divino.
Yogi Bhajan, extracto del libro La Mente y el curso de Relaciones Auténticas
© 2006 Kundalini Research Institute
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