A tu mente subconsciente le encanta pensar lo contrario y te pone trampas: culpas a tus padres, al vecino, a la economía, a la política…
Es mejor ponerlo todo en ti; eso te da libertad.
Si lo pones en manos de otros, pierdes libertad.
Esto no es algo que aprendes intelectualmente, sino en la maestría de tu experiencia.
La vida es simple, tú la complicas.
Puedes comenzar hoy mismo a ver tus entornos a la luz de tu libertad: tú puedes hacer algo y ese algo es ser Tú -con mayúscula.
El tú con minúscula no conoce su poder, su fortaleza, sus virtudes.
El Tú con mayúscula es tu Ser Superior, tu Altar del Alma, tu máximo potencial.
Pero tienes que entrenarte.
Tienes que ver la realidad sin distorsionarla.
Tienes que volverte maestro/a en las siguientes cosas para ver que la vida te está apuntando en cierta dirección:
- Controlar tu mente: Es el vehículo a través del cual observas la realidad. Y como tu mente te hace trampas y trucos, debes controlarla desarrollando una mente neutral o mente meditativa.
- Desarrolla tu mente para que no sea reactiva y emocional: Si está en piloto automático, va a reaccionar impulsivamente y creará dramas. Imagina el agua turbulenta. No te permite ver. Tu mente debe ser agua calma, cristalina. Si dejas que tu vida sea manejada por tus emociones, será una tragedia. Los problemas serios surgen cuando no usas las emociones por su propósito, sino como un fin en sí mismo. Tienes apego a ciertas emociones sobre otras. Y éste es el origen de las malas decisiones. ¿Sabes para qué te fueron dadas? Para orientar el momento presente, de modo que respondas creativamente él. Eso es todo. El propósito de las emociones es bastante primitivo, pero es útil.
- Entrena tu mente para estar alerta, aquí y ahora, todo el tiempo: Entrena tu mente para que digiera cosas, para que esté en momento presente y no en dramas mentales o emocionales. La mayoría del tiempo sueñas despierto/a, estás nostálgico/a por el pasado o ansioso/a por el futuro. Tu mente podría ser tu mejor amiga, si deja de ser tu Jefe. Tratas de tomar decisiones analizando y entendiendo. Es como moverte en agua turbulenta. Tus decisiones deben ser intuitivas y tu mente debe ejecutarlas; está para servir al Alma, no para ser tirana de tu vida.
- Tomar contacto con tu intuición y tener el coraje de seguirla: ésta es, en realidad, tu inteligencia aplicada a la vida. Debes aprender a distinguirla, reconocerla y confiar en ella. No es un pensamiento, no es una emoción o sentimiento, no es impulsiva pero sí espontánea. La intuición es una supersensibilidad, muy sutil, que se expresa silenciosamente antes que cualquier otra cosa. Por eso, debes manejar y refinar tu propia sensibilidad y capacidad sensorial para identificarla inmediatamente.
Para todo esto, la herramientas más eficiente es la meditación. Con ella desarrollas la disciplina para ser discípulo/a de tu alma y maestro/a de tu vida.
Si permites que tus emociones y tu pensamiento nublen tu juicio, arruinas tus decisiones. Éstos están al servicio del Alma que pilotea a través de la intuición como inteligencia aplicada.
El propósito de la intuición es de tomar la decisión. El propósito de la mente es ejecutar la decisión. El propósito de las emociones es confirmar o desconfirmar el camino.
Tu vida se moldea según tus decisiones y tu felicidad también. Tomando decisiones con inteligencia aplicada te mueves en pos de tu evolución espiritual personal y no en pos de tus miedos y apegos.
Por eso tu felicidad no depende de tus emociones, ni de tus pensamientos, sino de tu estado mental y tu estado de consciencia: una mente neutral, meditativa, puede navegar tranquila cualquier agua, cualquier sendero, rumbo a su destino.
Es allí cuando vas en camino a desarrollar tus virtudes y hacerlas visibles a través de tu vida y tus acciones, que es nuestro propósito colectivo en esta experiencia humana. Es así como podemos crear una vida auténtica, con propósito y sentido, que hace florecer a la humanidad.