Kirinroop C. Israel
Si el pasado está pisado, ¿por qué seguimos caminando sobre él?
Nuestras historias nos marcan tan profundo que a veces convertimos roles que en los que alguna vez fuimos heridos en personajes de nuestra vida. A veces nos llegamos a identificar tanto con lo que nos sucedió, que aprisionamos al enemigo en nuestra habitación mental dejándolo vivir allí, sin saber que le damos el mando para dirigir nuestra vida contando cuentos que ya no existen.
Pareciese que perdonar fuese un ideal difícil de lograr; este artículo desafía a ese enemigo interno poniendo en duda esta creencia.
Este artículo está basado en un taller experiencial donde exploramos formas concretas de hacer del perdón una realidad vivencial. Hoy está traspasado a estas letras que espero te ayuden a mirar con claridad y actualizar tu vida.
Cómo nacen las creencias limitantes: algunas paradojas del pasado y los ancestros.
Muchos textos sagrados hablan de la importancia de los septenios, ciclos de siete años que marcan una transición crítica.
En el linaje ancestral, la ley de los septenios nos dice que somos influenciados por las seis generaciones anteriores e influenciamos las seis generaciones que vendrán después. Puede ser más o menos fácil saber qué no nos gusta de este legado, porque son los patrones kármicos inconscientes los residuos más persistentes de esta herencia; son inconscientes ya sea porque no nos damos cuenta de que operan a través de nosotros y nosotros sobre ellos, o bien, porque no hacemos nada consciente para detenerlos. “Karma” significa repetición: aquellos hábitos del pasado que estamos replicando al futuro.
Por ejemplo, de manera inconsciente puedes haber heredado creencias limitantes con respecto a lo que es ser mujer u hombre, con respecto a cómo criar a los hijos, o más profundo aún, con respecto a tu visión de mundo y actitudes de vida.
Podemos no querer soltar tradiciones, costumbres o creencias por miedo a traicionar a nuestro linaje, pero si lo heredado nos hace daño o nos constriñe, es nuestro derecho de vida limpiarlo. No se trata de culpar a los ancestros, los familiares o el colectivo;
Si nuestra verdad es lo suficientemente pura podremos agradecer la ruta que nos han abierto y honrarlos, no por sus creencias, sino por su derecho a la vida y agradecerles por habernos dado la vida.
Lo heredado también se teje con las experiencias tempranas y de cómo has interpretado lo que te ha ocurrido. En términos yóguicos, estos patrones son huellas psíquicas grabadas en el campo magnético del cuerpo, cuya función es alojar todo lo atestiguado; aquí registramos la experiencia acerca de lo que se vuelve familiar para orientarnos en el mundo. Incluidas aquí están las experiencias difíciles que hemos tenido en esta vida: la infancia, relaciones con los padres, traumas o situaciones dolorosas. Pero como todo sistema de defensa, si se rigidiza, aquello que inicialmente nos protege luego nos encarcela.
2 trampas mentales que pasan desapercibidas y cómo salir de ellas
Con una mentalidad rígida respecto a la vida corres el riesgo de volverte escéptico con respecto al cambio: “No creo que pueda perdonar”, “No creo que pueda ser diferente”, “No creo que alguna vez lo logre”, “siempre me pasa lo mismo”.
El escepticismo es una trampa en la que no crees que las cosas podrían ser diferentes: estás orgullosamente convencido/a que las cosas son como tú crees, pero este convencimiento alimenta a la víctima interna manteniéndote esclavo/a del pasado.
Estas lecturas se vuelven manchas que bloquean la esencia del alma que quiere actualizarse en nuestra vida presente, abriéndose a nuevas experiencias. Siguiendo este círculo vicioso, aparece una segunda trampa: demasiado tiempo desconectados de nuestra luz nos hará cínicos con respecto a nuestra propia maduración y crecimiento y nos inclinará a imponer nuestras creencias en los otros: “La vida ES así”, “Esa ES una mala persona por lo que hizo”. Pero el apego al resentimiento es una regurgitación del pasado que no acaba nunca: re-sentimos, volvemos a sentir, una y otra vez, la amargura de lo que ocurrió sin atrevemos a creer y crear algo diferente.
Este cinismo y escepticismo nos llevan a un hoyo negro del cual es difícil retornar. El perdón es el único antídoto para el apego al pasado y al resentimiento, porque te otorga una nueva perspectiva: es posible dejar de ver a los otros y a nosotros mismos con el mismo filtro, dejando de confirmar esa historia que se cristalizó de acuerdo a tus creencias.
Si puedes considerar qué función han cumplido estas historias para ayudarte a cambiar podrías abrirte a despedirte de ellas, abriendo una oportunidad para poder actualizarte hacia a un futuro más limpio y coherente con lo que eres hoy.
Perdonar y soltar la creencia de ese pasado nos permite limpiar la culpa y la humillación que nos mantiene como víctimas de lo que sucedió. Este nuevo entendimiento puede ayudarnos a pasar de la prisión de nuestra historia a la libertad de un futuro transparente; de dejar de usar nuestras historias como muletas para compensar con nuestro presente (y justificar nuestros personajes) a soltar las muletas para caminar erguidos con una nueva perspectiva al futuro.
El secreto paradójico para perdonar no es hacer algo más, sino dejar de hacer: detener aquellos hábitos que nos tiran hacia el hoyo negro del orgullo. El antídoto para el orgullo debe ser igualmente radical a él:
Cuando te encuentres dudando de ti, “no puedo perdonar”, “no lo puedo dejar ir”, “no soy capaz, no soy suficiente”, entonces, DUDA DE TUS DUDAS. Si aparece un “No quiero”, duda.
Una visión renovada neutraliza las trampas mentales y permite la intuición inteligente: actuamos acorde a la necesidad del momento presente en lugar de seguir nuestras agendas y profecía prescritas de lo que ocurrirá. Y si eliges ir a la batalla por sentir un llamado a hacer justicia, ten presente para qué lo haces: es más verdadero luchar POR aquello que es valioso para ti que CONTRA algo o alguien. Muy frecuentemente nos dejamos llevar tanto por el deseo de venganza, rabia u odio hacia otro que, enceguecidos, nos olvidamos del tesoro que inicialmente estábamos protegiendo abandonándolo en el camino.
Este tesoro es siempre algo valioso para nosotros en la vida, un valor, una virtud, que sentimos que ha sido transgredido. Si tenemos fortaleza de corazón para perdonar con altura de miras, podremos responsabilizarnos por aquello que estamos culpando en el otro y atrevernos a convertirnos en ese cambio que queremos ver en el mundo. Si al otro le faltó sinceridad, volvámonos el ejemplo de la sinceridad. Si al otro le faltó integridad, seamos la personificación de la integridad que queremos ver.
El resentimiento se sana yendo al rescate de esa virtud o valor que abandonaste en el camino y que había sido herida, recuperarla y traerla al presente. Esta es la única salida a la victimización donde te conviertes en el/la héroe/heroína de tu historia, tornando el poder hacia ti para encarnar aquello que crees que faltó. Esto es, en todas sus letras, tener VALOR.
Prácticas para perdonar, soltar y actualizar tu vida HOY
El siguiente paso es buscar métodos concretos para convertir el perdón en una realidad experiencial llevándolo a la acción. Pero no se trata de hacer algo, sino de dejar de hacer; detener los hábitos mentales y físicos que sostienen la culpa y humillación. Para perdonar, nos servirá entender cómo esta historia sirvió a lo que somos hoy, transformándola en una oportunidad para crecer.
Te propongo las siguientes tareas para llevar a cabo este ejercicio:
Nota: Este ejercicio fue hecho originalmente en pareja para responder las preguntas entre sí. Quien escucha nunca comenta o da consejos, sólo contiene y escucha con amor y neutralidad. Sin embargo aquí ha sido modificado para que también puedas hacerlo por tu cuenta:
- Tómate unos 30 a 45 minutos en paz para escribir en un diario personal o libreta. Tomas tres inhalaciones y exhalaciones profundas con una mano en el corazón y comienza a escribir reflexiva e intuitivamente a estas preguntas:
- Piensa en una situación del pasado que aún no has podido superar, en la cual sientes rabia, resentimiento o deseo de venganza por lo sucedido. ¿Cómo esta historia me hace repetir esta imagen de víctima/culpa/humillación o este personaje, en el presente?
- Cuando nos sentimos pasado a llevar, es porque sentimos que algo muy íntimo y cercano a nuestro corazón que ha sido transgredido. ¿Qué fue transgredido que te importa mucho? ¿Qué es ese valor o cualidad personal que valoras tanto? Rescata ese valor o virtud que al otro le faltó. Por ejemplo, si el otro me mintió, quiero rescatar el valor de decir la verdad. Si el otro me fue infiel, quiero rescatar el valor de la transparencia o la virtud de ser fiel.
- Como si estuvieras contándole a alguien, escribe qué tan importante es ese valor en tu vida y qué lugar ocupa: en la relación contigo mismo/a, en la relación con otros, en tu trabajo, con tu pareja o hijos, etc.
- Escribe cómo vas a incorporar ese valor o virtud a tu vida para encarnarlo y convertirte en el cambio que quieres ver. ¿A través de qué acciones podrías personificar este valor o virtud? Ábrete a situaciones en la vida donde te sientas llamado/a a personificarla.
- Ponte de pie y visualiza a la historia o persona del problema frente a ti. Ha el gesto de que te sacas las capas de las creencias pasadas. Ahora dile: “Te dejo ir soltando mi apego a ti y nuestra historia. Tú lugar es el pasado. Mi lugar es el presente futuro. Gracias, contigo he aprendido a _ (virtud/valor). Dejo de ser enemigo/a de ti y dejo de cavar mi propio hoyo negro. Abandono este hábito. Tomo la escalera del perdón y continúo hacia adelante.” Cierra con un gesto de gratitud.
- Visualízate transparente, permitiendo que toda la energía de la vida en este presente fluya a través de ti, libremente. Siente esa libertad de vivir en el ahora cristalino. Siente esa renovación.
Hecha raíces a tu nueva realidad. Tú eres el futuro de tus ancestros. Cree y crea tu nueva historia caminando renovado/a y con valor, protegiendo esas virtudes que al mundo tanto le falta. Regálanos esto a través de tu presencia.
Bendiciones.