“La adversidad es la cosa más hermosa.
Así como el fuego es purificador, también
lo es la adversidad”
Yogi Bhajan
Al contrario de lo que muchos piensan, creo que las personas con gran cuota de adversidad son muy afortunadas. Las respeto muchísimo, no por condescendencia, sino por el destino que les ha sido dado. Son personas que por Gracia Divina se les ha concedido la oportunidad de reivindicarse, de trabajar por demostrar el fuego de su espíritu para convertirse en la encarnación viva de los más altos valores humanos. Personas desgraciadas no son aquellas con enfermedades y tragedias, sino personas que no han elegido ver la Gracia en situaciones desgraciadas. Esa gracia es gratitud, es humildad. Y éstas son las joyas que te abren las puertas del Cielo en la Tierra.
Cada quien, sin embargo, tiene su cuota y tu tipo de adversidad. No es una competencia ni una comparación. A cada quien le duele su dolor, sin igual. Y a cada quien le duele donde más le duele. Todos tiene dolor, pero no todos tienen la gratitud y la inteligencia para utilizar su adversidad como un regalo de la Dios y de la Vida para crecer.
De hecho, quienes no valoran su adversidad perecen en su sufrimiento, porque nunca logran purificar su dolor y destilarlo para llegar a las joyas que éste trae dentro. Se pierden la oportunidad de crecer.
Un indicador muy decisivo del éxito en la vida, y de la felicidad, para una persona, es la relación que tiene con la adversidad y con sus dificultades. Muchas veces las personas llegan a mi consulta con lo que ellos creen que es “un problema” y que yo veo como una bendición. Estas personas sufren de rigidez mental: no han logrado cambiar su paradigma y flexibilizar el modo en que ven la vida para poder avanzar. Y, por lo tanto, no han tomado el desafío que los llevará donde quieren estar.
Y es una cuestión de apertura y disposición y, por sobre todo, de humildad; es el ego que debe rendirse para aceptar la prueba.
Cuando esto sucede, en tan sólo una conversación les ayudo a cambiar su paradigma y ejercer el músculo de la liberación más grande que existe: el de poder Elegir. Y si esa persona elige el camino del Fuego del Espíritu por sobre el tenue y aparentemente satisfactorio camino del ego, entonces está destinado a la muerte más hermosa de sus miedos e inseguridades para renacer en la potencia de Alma y de su destino.
Tu problema no son tus problemas. Tu problema es que los ves como problemas y no como desafíos.
Toda vez que transformas tu problema en un desafío, automáticamente se vuelve en una prueba por superar. Y, entonces, no hay nada que pueda detenerte a embarcarte en esa gloriosa misión de descubrir lo que eres capaz.
Esto es, en esencia, lo que diferencia el sobrevivir de vivir. Sobrevives cuando luchas con lo que tocó, te resistes, reclamas, te quejas. La vida es una lucha y un sufrimiento en el cual apenas alcanzas a tener respiro. Pero comienzas a Vivir cuando aceptas tu realidad y sacas lo mejor de lo que tienes.
La vida es Vida cuando se vuelve una aceptación de tu realidad Real y entonces descubres el mágico poder de multiplicar tus bendiciones. Esto es purificarse con la adversidad.
Esta es la oportunidad que tienes para evolucionar y vivir una vida con propósito.